A comienzos de enero comenzó la andadura de este modesto blog. Y comenzó con la fotografía que ilustra esta entrada, sacada de un libro publicado por Caja Duero y coordinado por Jaime Naranjo. Una fotografía que muestra la herencia que dejó a la ciudad el alcalde franquista Díaz de Bustamante.
Ahora, cuando la Plaza comienza a estar al uso de los ciudadanos, vuelve esta fotografía para recordar a esos histéricos que repudian la reforma realizada y "echan en falta" las escaleras antiguas. La plaza que echan de menos, en su histérica memoria, es este horror que tanto les gusta y que no tenía ni una pieza histórica ni antigua: eliminaron la bandeja central, donde algunos intercambiaban cromos en el quiosco de Lindo, y sustituyeron la escalera del Ayuntamiento por un montón de piedras de granito sin ningún sentido armónico. Ah, y el suelo de la plaza era muy bueno para caminar. Sobre todo con coches. Signos de la época.
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